Octubre mes de concientizacion sobre el sindrome de Down. Dia 17

         Mitos sobre las personas con sindrome de Down


Dado que en estos últimos años, ha aumentado considerablemente la longevidad de la población en general y también la de la población con síndrome de Down, gracias a la mejora de las condiciones de vida y a los avances en el campo de la salud, es necesario, en primer lugar, realizar un buen seguimiento de la evolución de cada persona adulta con el objetivo de responder adecuadamente a sus necesidades. Una vez conocidas es necesario intervenir eficazmente.

Los adultos jóvenes con síndrome de Down que hoy día vemos por nuestras calles presentan unas características que van a condicionar significativamente la forma y el modo de envejecer, entendidos en su visión biológica más completa:

1. En su mayoría siguen un programa de salud. Esto significa que están sometidos a revisiones periódicas, algunas anuales, lo que implica que deberían estar controlados o fácilmente detectados aquellos problemas que hasta ahora se veían más frecuentemente en los ancianos con discapacidad intelectual en general, y con síndrome de Down en particular: los trastornos de carácter sensorial (audición, visión), los trastornos endocrinos (especialmente los tiroideos y la obesidad), los cardiovasculares. En resumen, han sido entrenados y formados en el hábito de controlar su salud.

2. Viven una vida con autonomía proporcional a su desarrollo psicológico. Esto significa que su vida es más abierta, más expuesta a estímulos de diverso contenido y a focos de interés relacional, acude a centros de esparcimiento, no está recluido en su casa.

3. Ha tenido, o todavía retiene, un trabajo que, en principio, está adaptado a sus capacidades cognitivas y a sus habilidades manipulativas. La vida laboral significa, además, un centro muy particular de interés debido a las relaciones que se establecen, la necesidad de adaptarse a su entorno, tanto de jefes como de compañeros; ofrece, además, la oportunidad de disponer de un dinero propio y de contribuir a sus gastos diarios, tanto los imprescindibles como los de esparcimiento.

En definitiva, es una persona a la que se le han dado oportunidades para desarrollar sus capacidades y sus habilidades en múltiples áreas: el diálogo, la comunicación y la relación interpersonal, la lectura y la escritura, el disfrute de espectáculos y música, etc.

Afortunadamente, podemos hablar ahora de envejecimiento porque son ya muchas las personas con síndrome de Down que envejecen. Lo hacen antes que el resto de la población, ciertamente, pero un gran número de personas alcanzan los 60 años y no pocas los superan, un hecho que hace bien pocos años parecía imposible. Hay, pues, un largo período en la vida de estas personas que está repleto de experiencias, de acontecimientos, de alegrías, de logros y de fracasos. Inexorablemente, el acontecer de estas varias decenas de años –la biografía– va a condicionar el modo de envejecer, ateniéndonos a ese conocido y cierto aforismo que nos dice que nuestra vejez va a depender de cómo ha transcurrido nuestra vida de adulto. Es lo que en otro lugar llamo “el envejecimiento a la carta”.
Efectivamente, los adultos jóvenes con síndrome de Down que hoy día vemos por nuestras calles presentan unas características que van a condicionar significativamente la forma y el modo de envejecer, entendidos en su visión biológica más completa. Jesus Flores













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